Es un día tibio soleado de primavera, coronado por el típico cielo azul de Madrid, mas limpio al alejarnos del centro de la ciudad por la calle Costa Rica en dirección a la Gran Vía de Hortaleza, al inicio de esta calle nos sorprende un pequeño reflejo al fondo a nuestra derecha, según avanzamos este reflejo se hace mas intenso destacando maravillosamente sobre el cielo azul, en su esplendor 5 torres rematadas cada una por una cúpula doradas adelantadas a estas una torre con un remate piramidal en cobrizo metalizado, no hay duda es una pequeña iglesia ortodoxa, No podemos separar la vista, la sobrepasamos reduciendo la marcha y seguimos su contemplación por el espejo retrovisor.
Situada en el nº 48 de la Gran Vía de Hortaleza, en un entorno de chalets ( en otro tiempo zona de casas bajas), embellece y realza al entorno. Quizás no sea la construcción ortodoxa mas importante ni aporte arquitectónicamente novedades en la construcción y diseño, pero para personas que no han contemplado en vivo ningún esplendor arquitectónico ortodoxo en los países de origen, es una pequeña joya que los madrileños tenemos que agradecer y asi, entenderemos mejor este tipo de arquitectura y el impresionante efecto que ejerce sobre el espíritu al contemplar el dorado de la divinidad contrastando con el cielo.
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